Desarrollar una profesión es, de entrada, adquirir unos deberes y
llevarlos a cabo mediante la intervención en un determinado ámbito de la
sociedad. En segundo lugar, es intentar hacer un bien a un destinatario
y, asimismo, a un conjunto social y, en tercer lugar, es construir
prácticamente un sentido con la propia actividad, con la propia vida.
La experiencia de la profesión, al igual que la experiencia ética,
se relaciona con estos tres conceptos: el deber, el bien y el sentido.
Ser profesional, sea del sector que sea, significa asumir unos
determinados deberes. La experiencia ética se refiere directamente a la
experiencia del deber. Existe una relación entre la ética como filosofía moral y la conducta
social del individuo, que le posibilita estructurar claramente el
concepto de la responsabilidad que adquiere ante sí mismo, ante la
organización y ante la propia sociedad en su actuar profesional como
individuo y como miembro de una entidad productora de bienes y
servicios.
Tomado de
Maldonado José Ángel. (2012, diciembre 10). Ética profesional y empresarial.
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